Es difícil expresar como me siento en estos momentos. Todo
da vueltas por mi cabeza, él aquí y el allá. Hoy estás y mañana desapareces. Te
quiero, pero a la vez te odio. Lo eres todo, pero a la vez me has dejado sin
nada. No soporto quererte tanto, pues sé que algún día me llevaré una gran
decepción cuando te vayas. Tengo que asumir que no soy la única en tu vida, que
esto no es un cuento de hadas. Que ni tú eres Romeo, ni yo Julieta. Que no todo
es tan bello como lo pintan las películas, que yo no seré esa Cenicienta que se
enamora de su príncipe al ponerle él el zapato. Y es que realmente, los
príncipes azules no existen, por el simple hecho de que nosotras no somos
princesas, y por supuesto no somos perfectas. ¿Pero eso qué importa? Cuando se
quiere a una persona, se le quiere tal y como es, con sus perfecciones, y sus
imperfecciones que le hacen perfecta. Pues no, no eres un príncipe azul, pero
eres el que me hace sonreír, el que hace que siga adelante, el que me acepta
tal y como soy. Y no, no soy una princesa, soy esa que te quiere más que a
nadie, que daría todo lo que fuera por ti, la que está enamorada de tu sonrisa.
¿Para qué ser perfectos si somos felices juntos?